FORMAS VERBALES: PASADO CONTINUO...
Mario tomó el tren de media tarde, el volver al pueblo finalizado el curso académico siempre le daba una inmensa alegría; volver a ver a los amigos, a su novia Marcela, a sus padres... Ayudar en la cafetería era un placer porque ese curso había hincado los codos. Bien. Llegaría en cuatro horas y la impaciencia no le permitía relajarse. Poco a poco, el vaivén del tren y el monótono traca traca, le aflojó los músculos y sus ojos se cerraron.
El anuncio de la parada con el nombre de su pueblo le despertó, sonrió, cogió la maleta con los libros de texto y la ropa sucia, y se preparó para bajar.
El camino de la estación al pueblo era de tierra y había aproximadamente dos kilómetros y medio hasta su casa, siempre disfrutaba de aquel trayecto.
Desde el momento en que bajó del vagón algo no le encajó, el camino no era el mismo, estaba asfaltado y tenía farolas iluminando árboles y bancos situados sobre las aceras. ¿Aceras?
Paseó más que anduvo, mirando a su alrededor un entorno desconocido; pero sí, el pueblo estaba al final, estaba seguro.
En el momento en que vio las casas iluminadas se tranquilizó y siguió andando a un ritmo más alegre. Volvió a sonreír. Le daría primero una sorpresa a Manolo.
Rin, riiiiiiin... ¿Quién es? ¡¡Manolo, soy Mario, baja!! ¿Qué Mario, aquí no vive ningún Manolo!!!??? ¡¡Venga, tío, baja ya!! ¡¡Que no vive ningún Manolo, pesao!!
Desistió riendo esperando verle al día siguiente mientras pensaba qué broma le gastaría él.
Una mujer se cruzó con él, llevaba un niño de la mano y una niña más mayor les seguía con la bicicleta. Sus nietos. La mujer le miró y puso cara de pena. Marcela pensó ¿Otra vez tú, Mario? ¡Qué pena de hombre!
La cafetería ya estaba cerrada, era tarde. Abrió el portal, subió las escaleras y abrió la puerta de casa con su llave.
¡¡Mamá, papá, ya estoy aquí!! ¿¿Hijo?? Mario se extrañó, no reconoció la voz, dejó la maleta en el recibidor y siguió hasta el final del pasillo donde estaba la cocina-salita de estar. Un anciano sentado en un viejo sillón le señalaba con el dedo la cómoda, sobre la que había varias docenas de fotografías. Mario se reconoció en algunas de cuando era pequeño, adolescente y estudiante, pero las de adulto le resultaban totalmente desconocidas.
Su anciano padre le recordó que el mismo viaje hacía todas las semanas desde hacía treinta años.
Mario vivía en los años ochenta, en el mismo instante, aquel día en que Marcela le mandó una carta diciéndole que se casaba con Agustín.
Se le paró el tiempo, qué angustioso. Hay situaciones difíciles de asimilar, quedarse colgado y vivir para siempre en ese instante.
ResponderEliminarCafé y besos
Como él no se entera, pues no pasa nada. Imagina cuando acabe el tiempo de quienes le reciben ahota.
EliminarBesito y cafelito, compañera.
A pesar de ser un relato triste, lo he leído con fruición y esperanza de que todo se arreglara al final.
ResponderEliminarLo disfruté mucho.
Muchas gracias, Tracy, por tus palabras. Se agradece que los demás lo lean y lo disfruten.
EliminarCafelito con nata para ti y un abrazo.
Bella historia. Las situaciones de desamor me enganchan mucho...
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias. Ahí se quedó el pobre, medio loco y "desamorado" por la moza que fue y que hoy ni reconoce.
EliminarUn besito.
Alguna veces, nos quedamos enganchados a situaciones terribles, sufriendo una eternidad....El desamor se presta a ello.
ResponderEliminarMe encanto !!
Besos querida amiga
Y aunque la mente no legue a trastornarse, hay daños que permaneces aunque el impacto durase una milésima de segundo. Flashes inolvidables.
EliminarMuchas gracias, besos y cafelito, Lucía. Sigo son poder entrar en tu blog...
Treinta años situados en el mismo día, detenidos en el desamor. Un dolor que no lo dejo seguir y el poder de la mente para detener aquello que el sentimiento no puede soportar.
ResponderEliminarInstantes que pueden ser terriblemente insoportables.
Gracias por acompañarme en estos segundos eternos, sin dolor y con cafelito.
Y ya sabes, es viernes te espero en la esquina :)
Abrazos y besos:)
No sabía que eras tú la conductora del autobús este jueves!!!! A veces me entero que es jueves cuando aparecen las imágenes iguales... con peques, el tiempo corre que vuela!
EliminarGracias por ponerme en el link, y disculpa que no te dijese que ya había publicado. Menudo desastre soy, amiga.
Dos besos y dos cafelitos, para el finde.
Un shock lo tiene anclado al pasado a un momento el que para el todo se paró.Conmovedora historia que engancha,rica en descripciones. Reitero que me gusta mucho este estilo tuyo y lo defiendes muy bien. Un beso grande amiga...mejor cuatro.
ResponderEliminarMuchas gracias, sigo poniéndolo en duda, pero si me lo dices tú y Natàlia también, voy a tener que creérmelo!!
EliminarEso, cuatro mejor porque en esta, que es tu casa, todo se reparte entre los cuatro.
Un beso a los dos de cuatro morros.
Interesante relato previo a San Valentín...
ResponderEliminarA Mario se le detuvo todo, porque eso es el amor!
Pues no se me había ocurrido, es cierto. Se ve que ya va afectándome el ambiente de los comercios, jejeje.
EliminarHay sentimientos poderosos, pero creo que la ira y el amor, además del odio y los celos, pueden ser los más potentes.
Beso y café.
Leche si lo lees después de comer te pega mal la comida. Esto de los desamores y quedarse anclados como los mojones es una putada de tres pares de cojones.
ResponderEliminarBeset y carajillet.
¡Mal parlat! Jajajajaja!
EliminarPobre hombre, como dijo la misma Marcela, cada semana el mismo trayecto y él tan contento.
Aunque el desamor no es una enfermedad, puede dejarnos como una piltrafa. Creo que poco o mucho todos hemos pasado por ahí.
Beset, company, cremaeta de bourbon amb molt de sucre, mmmmmmhhhhh.
Y tu y yo sabemos que Marcela no merecía la pena
ResponderEliminarPues no lo había visto así, ya ves, cuatro ojos ven más que dos!
EliminarBesito y café con canela.
Verónica,nos deja un relato,que es metáfora de tantas y tantas historias que se quedan colgadas en el tiempo...Lo escribiste con fluidez y realismo,muy amena y me hizo pensar...Por un momento me hizo pensar en un sueño,que tuve hace poco con mis hijos pequeños...Cuando desperté me di cuenta que estaba en otro sueño,donde ya habían crecido y el tiempo había pasado muy deprisa...
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo grande,compañera.
Feliz fin de semana y gracias por tu visita.
M.Jesús
Pues parece que esto de los sueños con hijos es como un virus, la de amigos que me han dicho lo mismo este mes. Yo entre ellos, sueños tan reales que asustan y te dejan rara al despertar.
EliminarMuchas gracias, no me veo escribiendo ficción, y eso que me decís que os gusta y siento verdadero respeto por vuestra opinión. Si fuera malísimo de la muerte, dímelo igual, eh? :))) Pero poco a poco... jajaja!
Un beso bien gordo, compi. Ahí va un chocolate con nata de 700 calorías, como es virtual no engorda.
Justamente es la definición de eternidad que mencioné en mi entrada, la simultaneidad de pasado, presente y futuro.
ResponderEliminarEl personaje saltó en el tiempo, sin darse cuenta.
Curiosamente, la mujer que lo ve no se asombra de eso, tendría que verlo más joven que la edad que tendria entonces. Sino le da pena, y dice algo de otra vez. ¿Habrá visto otro de sus saltos temporales? Tal vez tenga algo que ver con sus desilusiones amorosas, del que el relato cuenta una.
Es cierto, he leído tu entrada pero yo no lo había relacionado; igual no lo había entendido bien. Al leer tu comentario he caído de la burra, gracias.
EliminarLa mujer que lo ve es la que lo abandonó, es Marcela, que se ha acostumbrado a verlo cada semana por el pueblo, año tras año durante 30 años, lo ve con su edad real, unos 50 años. El único que se paró mentalmente en el tiempo es el protagonista. Más o menos es lo que quería decir...
Un beso.
Qué duro ha de ser, quedarse allí, viviendo en un tiempo estático -aunque el tiempo no se haya detenido jamás. Difícil para la familia que debe sobrellevar la situación. Un muy buen relato, en donde has dado una mirada diferente al tema de lo eterno... Y seguirá Mario llegando siempre, en tanto el tiempo al fin, le diga basta.
ResponderEliminarBeso de fin de semana!
Gaby*
Me vino a la mente una persona que ve que las cosas no encajan pero no entiende por qué. es que todo fluye menos su mente. Puedo imaginarme a una familia con un miembro que tiene problemas de memoria o demencia senil. Yo lo viví con mi madre y fue horrible.
EliminarUn beso, compi, cafelito que no nos falte.
Qué final más angustioso pero intenso. Me ha gustado mucho toda la descripción que has hecho hasta llegar a ese finaltan triste. Lo suyo desde luego duraba una eternidad, pobre hombre.
ResponderEliminarUn abrazo
Hasta que falleció siguió viendo cosas desfasadas y sorpresas a su alrededor, pero no entendía por qué. Es triste la sensación brumosa de la cabeza, pero los que viven junto a él, como dice Gaby, deben pasarlo fatal.
EliminarUn abrazo bien fuerte y cafelito.
FULLL!!! ME ENCANTA ESE MISTERIO DE INSTANTES Y LUGARES.
ResponderEliminarUN ABRAZO
Gracias, muchas gracias. Ahí te llega un cafelito vía express!
EliminarBeso y gracias por venir cada entrada a comentar.
la idea que yo tuve para este jueves, me gusta. más no he sabido desarrollarla. la idea que tú has tenido para este jueves de instante eterno, es buena. y además has sabido desarrollarla.
ResponderEliminarme recuerda, más allá de proezas literarias, a varias pelis. no recuerdo el título de ninguna...eh, en cierta manera me recuerda a LOS OTROS...realidad paralela ; me recuerda a una peli en la que un padre llama a su hijo, pero el padre le llama desde el presente habiendo muerto él hacía x años; me recuerda también a esa penitencia cabrona que los cristianos llamaban ... joderse, se me olvidó...esto...ah, el limbo...
además de estos recuerdos, he pensado en que menos mal que sus padres lo reconocen, en que menos mal en que se reconoce en las fotos...es decir, en que en un momento dado se ubica...es, ahora que lo pienso, este cuento tuyo un canto a eso, a la desubicación...
medio beso, mamá.
Gracias, Gustavo, ya sé yo que si no te gustase me pondrías de media vuelta. Me vino un flash a la cabeza tras charlar con una anciana de bellísimo corazón, hablando con ella sobre la sensación de cómo cambia todo de rápido, tanto que no le da tiempo a darse cuenta y anda medio desubicada. Tiene recuerdos de hace decenas de años muy frescos pero la actualidad no acaba de digerirla.
EliminarDe ahí el relato. Me alegra que te gustase el desarrollo, gracias, gatito. Besos de los cuatro.
Al pobre Mario se le paró el reloj, se quedó viviendo en ese segundo de eternidad no consiguió avanzar más allá.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un beso!
Gracias, Teresa. Su mente se paró y conservó su vida en ese instante anterior a la leída de la carta de Marcela.
EliminarMuchas gracias. Beso y cafelito.
Porque nada es eterno... El desamor, esa espiral que nos engancha hasta hacernos perder la conciencia, el espacio, el tiempo.
ResponderEliminarDesalentador viaje con un destino disfrazado.
Un besazo
Nada es eterno, pero Mario creía que sí lo sería su amor. No entendió un mundo sin ella y la eliminó junto a su futuro.
EliminarBeso, Rosa. Feliz día.
!Pobre! sí que se le paró el tiempo. Me ha gustado mucho esta historia Verónica, y como se ha ido desarrollando.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Chelo. Quería una especie de final sorpresa, sin dar casi pistas.
EliminarUn besito, compi.
Hay que ver lo que hace el desamor, es el peor de los males del corazón. A este chico el tiempo quedó congelado en su mente aquél día.
ResponderEliminarBesicos.
Una forma de sobrevivir, una defensa para eliminar su vida sin ella. Hay mentes muy listas e independientes.
EliminarBesito bien gordo, Ana.
El riego, el riego, al pobre se le debió desviar un riego al enterarse, que digo un riego, el río entero con submarino incluido. Genial relato Censu, ¿o prefieres que utilice tu nombre de pila?. Bsss
ResponderEliminarMe da igual, me doy por aludida de la misma forma.
EliminarCreo que si me vuelvo loca, deseo que sea así, sin enterarme y viviendo más feliz que el guerra. :))
Un beso tras otro, compi.
Magníficamente bien reflejado ese segundo de eternidad. Su reloj se paró en un determinado momento y es incapaz de darle cuerda, de hacer avanzar las manecillas del mismo. Terrible destino el suyo, aunque el no se entere.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
No, él no se entera, pero sí quienes deben vivir con él. Salvaguardó su mente alterándola a la vez. Mira que soy rebuscada, eh? Mira, así me salió y así se quedó.
EliminarMuchísimas gracias, Pepe. Un beso a los dos de los cuatro.
Mientras te leía pensaba: su vida se eternizó en aquel tren del que no pudo salir, viviendo para siempre en aquel viaje. No, es algo mejor lo que tu planteas: No admitir un contratiempo y aceptar que nuestros deseos no llegaran a cumplirse. Agradable lectura, como siempre.
ResponderEliminarun saludo :)
Muchas gracias. Ya vi que era un poco rebuscado, pero sintetizando observé que podía entenderse bien, que la mente le había jugado una buena pasada ¿o mala, en realidad?
EliminarUn abrazo y gracias.
Tu relato habla algo así como ¿detenido en el tiempo no? Gusto en conocerte.
ResponderEliminarSí, antes parar el reloj cerebral que sufrir lo indecible por desamor. Su cerebro y su psique fueron muy listos; aunque tuvieran que aguantar los demás esta parada en el tiempo.
EliminarIgualmente, me alegro mucho de verte.
Jugando maestralmente al despiste hasta el ultimo momento en que lo explica el anciano. No tanto, pero muchos viven todavía en un tiempo muerto.
ResponderEliminarun beso, Vero
Sí, sobre todo y en parte, los tradicionalistas acérrimos, que no tienen que ver con los puristas. Yo soy una de ellas, de las puristas en música, no soporto las versiones de los clásicos, ninguna; respeto los instrumentos originales y sigo pensando que el barroco debería interpretarse en una sala con una sonoridad determinada e instrumentos pertinentes, al igual que debería haber músicos especializados en esta sonoridad... por ejemplo. Bueno, esto venía por lo del tiempo muerto.
EliminarMuchas gracias, el padre ya le señalaba las fotografías en cuanto le veía entrar por la puerta, supongo que estaría hasta el gorro de tratar de explicarle. Lo cierto es que pensé, cuando lo escribía, en lo mal que debió pasarlo en padre cuando murió su esposa. Con el único hijo sin enterarse de nada. Ya ves tú, yo lo escribo y yo reflexiono sobre ello....
Un beso y un cafelito, mitad mitad de leche condensada y café, Hhhhmmmmm.
Muy bueno el relato, con un final sorprendente. Magnífico. Pobre Mario :(
ResponderEliminarBss,
Hola! Una amiga nueva??? Qué bien. Gracias por venir, ahora paso a cotillearte y te llevaré café, ya de paso.
EliminarBeso.
Ah! Ahora si entiendo lo de el café! Gracias :)
ResponderEliminarAmiga nueva y juevera de hace poco. Me apunté a tus seguidores. Se bienvenida a La Bitácora.
Un segundo que bloquea y uno se queda eternamente en el segundo anterior. Me parece una genialidad de relato, además bien dosificada la rvelación de los hechos.
ResponderEliminarCuatro besos más.
"...se paró tu reloj infantil, cuando se fue tu amante!" Un relato que me encantó, me entristeció y me llevó de la mano por el camino de tierra, porque yo que volví después de 10 años a mi pueblo natal, viví eso de buscar a mis amigos de entonces como si tuvieran la misma edad de cuando los dejé...
ResponderEliminarMe encantó! El viaje en el tren, me recordó el que hacía otro estudiante de un libro que leí de un tal Juan, a quien le tengo mucho cariño.
Muchos besos
Se quedó parado en una desagradable eternidad. Hay cosas difíciles de asimilar, pero anclarse en ellas...
ResponderEliminarBuen relato. Saludos!
Termino de leerte y pienso que hay tanta gente que se queda detenida en un instante haciendolo eterno, es que cuesta tanto asimilar estas cosas, pensar que habrá más vida y querer vivirla.
ResponderEliminarEs un relato triste, me generó compasión por ese pobre hombre que detuvo sus pasos y no quiso seguir adelante para buscar otra vida, pero en un punto lo comprendo.
Un beso enorme.
El amor trastorna. Si no es un trastorno positivo, poco bueno puede ya dejarnos.
ResponderEliminarComo al pobre Mario
a veces un instante, un hecho, nos puede dejar paralizados. Por fin al menos supo la verdad. Desconozco si a partir de entonces recobrará su propia memoria, o el misterio develado no será más que una nueva información.
ResponderEliminarle dejé una cartita en la casa amarilla.