En 1818 reinaba el romanticismo en Europa, no la cursilería a lo valentino, sino lo melancólico, oscuro, deprimente y enrarecido. Lo pasional, el odio, el amor prohibido, los ardorosos romances... El instinto más animal frente a las normas, lo convencional o la razón.
Es muy especial esta obra, El caminante sobre un mar de nubes, del pintor alemán Caspar David Friedrich, que dibuja a un caballero observando desde la cima de una elevada montaña un mar de nubes, sintiendo que el tiempo no transcurre, únicamente te sobrecoge.
No vemos el rostro del caminante, y es la misma naturaleza la que sirve de pretexto para mostrarnos una emoción.
Tal vez es el haiku pintado más perfecto.
Vuestro cafelito, amigos, y mis mejores deseos...
El día que me sienta así las veinticuatro horas, ¡Qué chulo! ¿Eh?
que lindo lo que escribiste... justo estoy como obsesionado por las nubes, me sorprende que me gusten tanto.... ¿por que asocias eso de la pasión con las nubes? me intriga...
ResponderEliminaral ver la imagen me acordé del Principito, la socié con él.... ¿ tendrá algo que ver con algo?
Otear las nubes, situarse en lo mas alto poseer el mundo y tenerlo a los pies, No se si es lo que el sentía. Yo me tomo mi café y no divago mas.
ResponderEliminarEra un movimiento muy interesante, con interes por lo sombrío, tal vez muy próximo al gótico, por la estetica de mujeres pálidas.
ResponderEliminarTanto que Edgard Allan Poe pertenecía al romaticismo.
Buenos días, Verónica:
ResponderEliminarEs curioso cómo hay lugares que nos hacen sentir vivos, que estimulan nuestros entidos y hacen que nuestro pensamiento se abra a las percepciones y deje atrás sus obsesiones.
Lo mismo ocurre con cierto Arte, tan inmortal como universal, que se mantiene exultante de vida; y ajeno a modismos y vanguardias.
Y sí, sería muy chulo eso de sentirnos vivificados por todo lo que sentimos.
y ahora, si me lo permites, me siento a compartir ese café, Verónica.
Conocía la imagen y, ya ves, no de dónde salía, así que me ha venido bien la información. Y me ha gustado tu visión, que no había pensado pero encaja: es cierto, es un haiku.
ResponderEliminarBesos para todos.
No me hubiese gustado vivir en aquella época, y a lo que ahora se le llama ser romántico, todavía me gusta menos.
ResponderEliminarBesos Censu.
Hola, yo no conocía esa imagen. Cierto que en aquella época se vivían las cosas de otra forma, todo ha cambiado mucho, no es cuestión de elegir algo que no podemos, simplemente las épocas pasan y el concepto y el contexto también. Sólo en un hipotético movimiento cíclico podremos vivir algo parecido, quién sabe.
ResponderEliminarInteresante entrada.
Un saludo
Ese espacio turbulento, lleno de vida, es imponente. Aunque muchas veces, en el romanticismo sea lleno de vida de otros.
ResponderEliminarBesos!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe gusta la imagen y metiendome en la piel del personaje, creo que debe imponer un paisaje así, por su grandeza. El haiku encaja perfecto.
ResponderEliminarBesos (que andaba muy perdida)
GRACIAS POR COMPARTIRNOS EL ORIGEN DE ESTA IMAGEN TAN ICÓNICA.
ResponderEliminarABRAZOS
Más que éste cuadro, hay otro que me resulta más interesante, aún cuando no recuerdo ni el título exacto ni su autor, en el que se ve a una persona leyendo sentada junto a unas ruinas de una construcción de aspecto tan antiguo que ni siquiera se debe de reconocer para qué servía. Eso es, para mí, el romanticismo. Pero bueno, hay varias explicaciones para una misma cosa.
ResponderEliminarSaludos
J.
Yo tuve oportunidad de contemplar un paisaje así,las nubes entre los picos de la montaña,ahhh que sensación,la verdad emociona,y cuando la nube viene hacia uno y la podes tocar,no hay nada mas sublime que eso! gratissimo pasar por aqui,te dejo un abrazo grande!
ResponderEliminarSi mientras los alemanes cultivaban su Romanticismo, nosotros amamantábamos la Picaresca.
ResponderEliminarMe alegra leer compi.
Besos nublados.
Sin duda una bella obra que gana matices con tu interpretación. Siempre un placer seguirte.
ResponderEliminarEl romanticismo es un movimiento que nunca dejará de gustarme, y si no es mi medio de expresión se trata sólo de que hay una forma contemporánea que, sin abandonarlo, lo agiorna.
ResponderEliminarUn abrazo grande.
HD
Es una pintura magnífica y de una expresividad que impacta.
ResponderEliminarEl día que te sientas así de bien las veinticuatro horas me avisas.
Me gustaría tomarme contigo un cafelillo.
el romanticismo nuestro de cada día! Abrazo
ResponderEliminarHacía bastante que no pasaba por aquí a saludarte. Siempre me falta el tiempo para hacer todo lo que quisiera... bien gráfica la expresividad de la pintura, muy elocuente tu descripción de ese (quizás mal llamado) romanticismo
ResponderEliminarBesos
Me ha gustado mucho tu blog, te felicito.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
El individuo romántico suele comportarse con vehemencia. Con un impuso irracional guiado por sus emociones antepone lo irracional al discernimiento. Grita, se apasiona, ríe mucho y llora mucho y todo lo hace muy mucho, dando más importancia al instinto que a la prudencia y acaba situando el sentimiento por encima de la inteligencia.
ResponderEliminarA diferencia del hombre clásico, el individuo romántico habita en un paraíso ideal, en un mundo que sólo existe en su mente y, entre la aurora y el ocaso, choca por lo menos siete veces cada día. A saber:
1) la compra de la vitualla
2) los pagos de cada mes
3) el maldito consumo
4) la hipoteca y las comisiones bancarias
5) la visita al médico
6) las molestias de achaques y colesteroles
7) el incordio de los que mandan
Claro que uno puede embelesarse con la traición de un claro de luna, pero ocurre que la realidad, molesta, amarga, siembra cizaña en los fértiles campos de nuestro pensamiento y que gracias a tu embeleso, algunos no se preocupan ni por la vitualla, ni por los pagos de cada mes pues ellos son los que mandan.
Salud
Francesc Cornadó
Los personajes que pintó Caspar David Friedrich miraban el mar embravecido o lanzaban su mirada hacia un horizonte lejano. Desde lo alto de un acantilado aspiraban las brumas del norte y daban la espalda al espectador.
ResponderEliminarEl caminante romántico -der Wanderer- vagaba hacia un lugar recóndito donde el amor o la belleza acogían y redimían. Tales eran los ideales del Románticismo que, con los pies sobre un suelo helado, se heló.
Nuestro caminante de hoy, más apresurado, no se detiene al borde del acantilado, no vaga hacia ningún lugar porque cree haber llegado. La voz de Hölderlin se pierde en la lontananza.
Salud
Francesc Cornadó
En verdad que estremece el sentir casi trágico de esa imagen. En descanso, como si hubiese al fin encontrado la razón de vivir o no. Quién sabe que sucede en la mente de alguien sobre todas las cosas y mirando por encima de las nubes...
ResponderEliminarUn abrazo desde mi ya semi congelado otoño linda, quiero cafelito también.
Hola Verónica, cuanto tiempo.... tienes razón en tu texto y no sólo eso cualquier cuadro de de este autor nos remite a eso. Es una epoca en que naturaleza versus humano. Porque el cuadro de Monk by the Sea del mismo autor es impresionante aunque aún no hayamos llegado al impresionismo, ya quedaba poco para ello.
ResponderEliminarEncantado de volver a leerte.
Un beso
Verooooooooooo, donde estás??
ResponderEliminarY yo, en mi nube...
ResponderEliminarSiempre aprendiendo contigo querida amiga, te quiero dejar abrazos y besos como soles para los cuatro. Os quiero, no lo dudes.
ResponderEliminarLa pintura es preciosa...no la conocia. Llegara el tiempo de sentirte así y más, ya vas a ver guapisima.jajajjaj
Gracias por compartir
Llego acá tarde, gracias a una entrada del amigo JLO.
ResponderEliminarEsa imagen la tengo en la tapa de "El Conde de Montecristo" y no sabía quien era el autor (en la edición ignoraron ese detalle)
Muchas gracias por develar el misterio
Saludos!