Dicen que los muertos me darán la solución. El río Aqueronte me acompaña durante tres horas por entre páramos y cuevas en las que no me adentro, penetraré en la última de mi recorrido, allí donde me sentiré invulnerable, empapado como si estuviera en el agua inmortal.
Yo, barquero almas, me siento fuerte por mi acaparamiento del Hades y pronuncio mi "yo" con orgullo, pensando que tsípuro, miel, ganado y maíz son suficientes.
Traficante de monedas me llaman, calientes todavía las siento cuando las tomo con los dedos de los ojos de los muertos. Sauce, ruiseñor, y el lirio que en octubre brota de las aguas como capullo de rosa. Y a partir de la observación lisa del río, pienso en la trucha, que inconsciente bajo mi barca difunta será devorada en las tabernas de Ammoudia.
He llegado a la puerta del Hades y dejado atada la barca. Traigo las ofrendas, especias y vino, y me interno en el pasadizo aislado como celda sin sol de la mañana, interminables días y después de haber sido purificado, entro en contacto con el mundo subterráneo. Tal vez los muertos duden en decirme mi hora.
Esta es la imagen de un necromanteio, lugar en el que se penetraba y, tras ingerir unos brebajes que te daban un plácido sueño, ponías los pies en el agua. A la mañana siguiente los sacerdotes interpretaban los sueños. Decían que en las puertas del Hades, los muertos (necro) respondían tus preguntas.
ResponderEliminarEn este caso, la puerta al inframundo se cerró...
El relato trata de Caronte, el barquero, quien tras tantos siglos transportando difuntos teme que llegue su momento y va a consultar.
Precioso y original.
ResponderEliminarVoy abriendo puertas juveras y pensando que si hubiera participado mi puerta habría sido parecida a la tuya, salvando las diferencias, pues hace unos días escribí sobre ellas: https://autodidactabis.blogspot.com.es/ Un abrazo
ResponderEliminarListo este Caronte, eh?... Mi madre dIria :La justicia es muy buena pero no para mi casa. Realmente esta puerta que nos has traido parece la del infierno,tan oscura y al final de un solitario pasadizo. Besos!!!
ResponderEliminarCaronte tiene problemas, como para necesitar consultar a los muertos.
ResponderEliminarEso sí que es para preocuparse, creo que se viene algo grande y nefasto.
Bien contado
Entre tu puerta y la mía... vaya yu-yu.
ResponderEliminarCuando se llega al filo de la muerte es necesario tenerla como amiga, pues los Dioses esperan...
ResponderEliminarEs por ello tan conveniente, CENSURA SIGLO XXI, que comprendamos que sólo el ser existe, que las demás cosas, son.
ResponderEliminarQue el existir es encontrarse fuera (ex/istere), y que debemos aprovechar el estar en el mundo (al aceptarlo como un regalo).
En ocasiones, cuando nos ponemos a pensar (reflexionar que dicen los del diseño de las palabras), encontramos en el interior de nuestros pensamiento cuestiones absirdas, o que así lo percibimos, pero no se da nada absurdo en nuestras conciencias, y debemos de estar preparados para el advenimiento del final del tránsito.
Recuerdo las palabras de Sartre: "Estamos condenados a ser libres"; (cierto, siempre decidimos, aún en el caso de no tomar decisiones, pues es esta otra decisión), por lo que, insisto, debemos estar preparados como si cada día fuese el último.
Y nada de yu-yus, hay que aprovechar el día, que como dice Serrat, hoy puede ser uno de ellos.
Salut
Inquietante puerta la tuya Verónica. Pasadizos subterráneos sin sol de la mañana y esos muertos esperando. Gracias por dejarnos entrar en tu puerta. Un beso
ResponderEliminarMuy buena situación planteaste. Qué momento para aquel que solo se cree un servidor.
ResponderEliminarMe encantó esa forma de cambiar el foco en un mito. Me recuerda un poco lo que hizo Cortázar en Los Reyes
Un beso!
Ni al pelo con mi post...
ResponderEliminarGracias por pasarte y comentar.
Besos.
Buenas tardes, Verónica:
ResponderEliminarNo sé si los muertos le darán a Caronte la solución que busca.
Sí sé que, una vez más, el leerte me deja muerto de curiosidad y de admiración.
¿Quizá sería un exceso invitarte a compartir un café, de esos que reviven el ánimo en tu compañía, aquí a la puerta del Hades?
Un abrazo, compi.
Me refresca como eres escribes y comentas
ResponderEliminargracias por tu café
Recuerda el mío debe de ser
descafeinado
mil besos compi
Es curiosa tu propuesta, el que rema con el final de la vida de sus pasajeros, piensa cuando será su final, si cada viaje será el último, o la muerte de otros le confiere la inmortalidad.
ResponderEliminarComo siempre me haces pensar.
Muchos besos a repartir :)
Como siempre he dicho, tus textos hacen reflexionar… y este ha humanizado al pobre Caronte. Muy bueno, excelente.
ResponderEliminarUn beso.
Al barquero tambien le llegará su hora! aunque suponiamos que sería de último, es de humanos la duda, natural que hiciera la consulta
ResponderEliminarMe ha encantado toparme con esta tu puerta, pero yo no entrare a preguntar
Besito juevero Veronica
Duro oficio el de Caronte...No hay prisa por atravesar la puerta, me digo, ¿para que preguntar?
ResponderEliminarBesos mil
Un bello texto, Vero. Besos.
ResponderEliminar¿Quién se quedará con la barca? Si aún no se sabe, me propongo para tal tarea...
ResponderEliminarSaludos,
J.
No era fácil la vida de Caronte siempre entre almas en pena que debían comprar su eternidad. ¿Y la suya?
ResponderEliminarBuena reflexión has aportado y enigma a resolver.
Un beso muy grande.
Me encanta el giro que das a tu relato... El propio Caronte va a consultar... Espectacular, amiga
ResponderEliminarte entiendo
ResponderEliminarno te entiendo
me gusta
lo que escribes