Hubo un día en que Grecia decidió retomar tierras que eran suyas en la zona de Asia Menor, porque Inglaterra le prometió, si participaba apoyándoles en la Primera Guerra Mundial, grandes concesiones de tierra en esa zona. Al final perdieron los griegos pese a ser más y mejores porque Mustafá, el turco jefe de entonces, supo calentar la sangre de los turcos y, aunque eran pocos y mal avenidos, sacaron la garra energúmena, acabaron con la batalla y se hicieron con la victoria.
Pues pasó -sorry por la introducción- que esta columna que estaba en el museo de Esmirna, se perdió durante el conflicto armado y hoy se encuentra en Museo Nacional de Dinamarca, ahí está mejor dicen, igual que las hermosas doncellas de Caria que están en el London en lugar de en su templo de la Ciudad Alta de Atenas.
Ya os contaba que de la música antigua tenemos muy poca información y, con la que tenemos simplemente podemos conjeturar, así que no os hablo porque me extiendo y me pongo pesada.
En esta columna, una dedicatoria mortuoria, hay un scolion dedicado a Euterpe, la esposa de un tal Seikilos.
Hubo un día en que Grecia decidió retomar tierras que eran suyas en la zona de Asia Menor, porque Inglaterra le prometió, si participaba apoyándoles en la Primera Guerra Mundial, grandes concesiones de tierra en esa zona. Al final perdieron los griegos pese a ser más y mejores porque Mustafá, el turco jefe de entonces, supo calentar la sangre de los turcos y, aunque eran pocos y mal avenidos, sacaron la garra energúmena, acabaron con la batalla y se hicieron con la victoria.
Pues pasó -sorry por la introducción- que esta columna que estaba en el museo de Esmirna, se perdió durante el conflicto armado y hoy se encuentra en Museo Nacional de Dinamarca, ahí está mejor dicen, igual que las hermosas doncellas de Caria que están en el London en lugar de en su templo de la Ciudad Alta de Atenas.
Ya os contaba que de la música antigua tenemos muy poca información y, con la que tenemos simplemente podemos conjeturar, así que no os hablo porque me extiendo y me pongo pesada.
En esta columna, una dedicatoria mortuoria, hay un scolion dedicado a Euterpe, la esposa de un tal Seikilos.
Simplemente, un scolion, es una especie de poema corto en una sola estrofa que se cantaba para que todos conocieran las virtudes de alguien. Uno comezaba cantando, otro le acompañaba con la lira, y cuando ya se sabían todos la melodía, uno pasaba la voz a otro que la interpretaba con otras palabras. Con ello se establecía un reto de cualidades, unos hacían juegos de palabras, otros se lucían líricamente, otros intercalaban adivinanzas...
Este scolio también se interpretó, seguramente en el funeral de Euterpe; aunque no creo que se hiciesen brillantes interpretaciones. Veréis que hay, en este caso, dos estrofas, la de arriba tiene las letras solas, la segunda tiene unos símbolos más pequeños sobre las letras, eso son las notas musicales. Chulo, eh?
El texto superior, que fue declamado sin más, dice lo siguiente:
“Soy una imagen de piedra. Seikilos me puso aquí, donde soy por siempre, el símbolo de la evocación eterna.”
La canción tiene una de las letras más hermosas que he leído nunca:
“Brilla mientras estés vivo, no estés triste, porque la vida es por cierto corta, y el tiempo exige su retribución.”
Feliz fin de semana...