Su bien formado cuerpo y hermoso rostro parecían capaces de nublar cualquier masculina mente por pétrea que fuese. Se deleitaba en plazas, bulevares, museos, allá donde cualquier escultura morase. Egipto, Grecia, Roma, México... nunca tenía bastante. Necesitaba un lugar donde muchos ojos de piedra la admirasen. Esta vez, el Museo de la Guerra fue el elegido. Decidió emplear los días festivos con palabras de muerte contenidas, Todos los Santos, decían llamarlo los ilusos.
Sabía que pocas personas visitaban el lugar pero lo prefería, siempre la miraban con desdén. Paseó por las salas casi sola. Sin avisar, un gran estruendo de golpes se escuchó y dibujó en el rostro de la mujer una sádica sonrisa. Golpes de armas en el suelo, de lanzas y entrechocar de escudos. Alaridos profundos procedentes de gargantas durante siglos paralizadas. La muerte de piedra había vuelto a la vida. Para mirarla a ella, solamente a ella. Ellos, los hombres de la guerra, solamente creados para la guerra comenzaron la cruenta batalla. Sangre y piedra salpicaron por doquier. Los muertos revivieron y los vivos perecieron. Pero la muerte no había vencido por completo, paseando entre los restos lanzó un grito de triunfo al que se unieron gargantas de piedra y cartílago. A través de las paredes el grito se oyó y llegó a las oscuras nubes que bajaron y bajaron hasta cubrir como una pesada niebla toda la ciudad. La niebla de la guerra llegó a los corazones de todos los habitantes y unos a otros se exterminaron sin piedad. Nadie sobrevivió y ella sonreía. Ya no la miraban con desdén. A ella, a la muerte.
Relato para la convocatoria de Teresa.
Un buen relato, y muy bien elegida foto.
ResponderEliminarGracias por partida doble, entonces. Eres muy amable.
EliminarEl relato me gusta, está en la idea de la muerte personificada como una mujer hermosa. En el relato se agrega su sonrisa cruel. Está muy bien.
ResponderEliminarPero la imagen desentona. No coincide con "Su bien formado cuerpo y su rostro hermoso parecían capaz de nublar cualquier mente masculina por petrea que fuese".
Esa era la gracia, pretendía mostrar esa imagen engañosa que "ella" tiene de sí misma.
EliminarGracias por el comentario.
Que no, que no, que la muerte no es bella, que es una vieja impia de rostro innoble... Que no puede ser bella... Que no...
ResponderEliminarPues me han tenido engañada, yo creía que era un chico cuerpo danone, jajajaja!
EliminarQue sí, que sí... :))
Tu cafelito.
El museo de la guerra, ¿qué mejor sitio para mostrarse? Desde luego, aquí sería bien recibido, porque el vencer o morir será lo más bonito que oiga.
ResponderEliminarUn abrazo
Con la guerra en los corazones, creyendo siempre que el que vence es el bueno o el mejor, no hay nada mejor que llegar a la paz eliminándolos a todos, pensó ella con sardónica sonrisa...
Eliminarbeset.
Me ha impactado la foto. La belleza, besada por el esperpento de la muerte.
ResponderEliminarUn beso. (de la cabeza entera, no solo la calavera)
¡¡¡Qué astuto!!! Por eso la imagen que puse es la antítesis del relato. Buena vista, amigo.
EliminarBeso de hueso
la muerte azecha... BU!
La muerte nos engaña, enseñándonos su cara mas bella, para llevarnos al sitio en que debemos morar.
ResponderEliminarTendrían que enseñarnos a ver la muerte, como un paso de la vida, y quitarle el tabú que la rodea.
Quizá así entenderíamos mejor la vida.
Besos Censu amiga.
Lucía, hola. Mira, hay un libro de Pepe Rodríguez, el mayor experto en sectas español y diría mundial, profesor en Cataluña y periodista de investigación, que publicó un libro llamado Morir es nada, te dejo el enlace exacto de esta publicación en su web.
Eliminarhttp://www.pepe-rodriguez.com/Morir/Morir_menu.htm
Besito y chocolate sangriento, BU!
Copiado nombre del autor y enlazado el sitio, gracias tesoro de mujer.
EliminarEl chocolate estaba delicioso relleno de besito, la sangre ni la vi jajajaj.
Abrazos desde mi alma.
Y es claro, si la mayor belleza, Medusa, mataba a quien la viera...
ResponderEliminarUn abrazo.
HD
Píndaro la llamaba "la hermosa de bellas mejillas", bueno, no mataba, convertía en piedra al que la miraba a los ojos...
EliminarGracias por venir. Un abrazo, Humberto.
"De la parca y de las guampas..." ;)
ResponderEliminarBuen relato Censu. Tremendista y antropomorfo.
Me recordó algo, que no puedo definir.
Como los seres humanos personificamos todo, ¿no?... hasta el fin de la vida. No nos resiganmos a ese fin e incluso lo podemos adornar con una sonrisa.
Me gustó.
Te dejo un gran beso
¡¡¡Holaaaa, qué sorpresa leerte!!!
EliminarSupongo que es ancestral el miedo a lo desconocido hasta que consigues que la razón domine, y eso es bueno, pero también descorazonador, sobre todo cuando pierdes a un ser querido. Los hay crédulos que piensan que estará por ahí, en un lugar mejor, y otros que sabemos que ya está, se fue, se pudrió o se convirtió en cenizas y lo guardas en tu corazón con mucho dolor. Ojalá tuviera yo ese concepto, el de más allá... pero no, la razón está para algo, amigo mío.
Un abrazo y un buen café con ron negro. Gracias por venir.
Alguna vez he escrito sobre la muerte describiéndola como una mujer hermosa, serena, acogedora. Así debería ser ya que es la consecuencia lógica de la vida. Sin embargo, no puedo dejar de verla como una asquerosa y vieja meretriz. Su acción me ha destrozado todos los anclajes y me ha costado y aún me cuesta, muchísimo trabajo encontrar de nuevo un poco de equilibrio.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Así es, Pepe. Pese a que todos sabemos que es algo inherente al ser humano, nadie podemos aceptarlo, y mucho, muchísimo menos, de ninguna forma diría yo, cuando llega sin que nadie la espere.
EliminarUn abrazo a los dos de cuatro cariños.
Es que a ver, si tiene que ser que sea eso que dices, porque como se aparezca, en el día D y a la hora H, algo parecido al Pitt de "¿Conoces a Joe Black?"...ME HAGO INMORTAL QUE QUE LE DEN A ESE, amos anda...
ResponderEliminarUn beso + café tocadito con muérdago, jajajaja...
Difícil mirarla con buenos ojos, aunque debamos asumirla como parte de la vida... Pero a veces es tan cruel. Me impactó el cafelito, propicio para acompañar tu relato.
ResponderEliminarUn beso:
Jime
La muerte nos ha pasado muy cerca hace poco tiempo y quisiera pensar que, ya que nadie ha podido evitarlo, para la persona que se nos ha ido la imagen de la muerte haya sido bella, serena, placentera,..., por lo que haya supuesto de liberación. Para nosotros siempre seguirá siendo una imagen siniestra, turbia y no deseada aunque forme parte de la vida.
ResponderEliminarEnhorabuena por el relato. Ha sido un placer haber vuelto a tu casa.
Un abrazo.
Ella se pasea oronda. A veces uno la corteja, pero d elejos.
ResponderEliminarMuy bueno.
besos
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