José A. García, amigo que comenta en este blog, me ha recordado al pintor del siglo XVII neerlandés, Johannes Vermeer, el que pintó a la famosa chica de la perla. En realidad, como le respondía a su comentario, soy más bien una admiradora de sus instantáneas urbanas. Esta obra llamada La Callejuela, nos retrata un momento de vida holandesa con una intensa sensación de eternidad.
Tres curiosidades hay en ella, que la masa vegetal de la izquierda se ha vuelto de color azul en el museo, dicen que por la reabsorción del amarillo debido a la luz con el paso del tiempo. Que dentro del portal redondeado de la izquierda había una figura que se eliminó y de la que todavía puede verse la sombra. Me gusta ver que el encalado de la fachada no llega a cubrirla, sino que llega el blanco hasta donde el brazo alcanza. Y ver su firma bajo la ventana de izquierda de la figura de mujer borrada.
También se sabe que únicamente pintó el cielo en tres de sus cuadros, éste es uno de ellos; otro que me gusta es La vista de Delft con sus nubarrones que casi dominan el lienzo. La técnica que empleó fue el punteado, no el puntillismo, la diferencia entre ambas técnicas es que en el punteado suele emplearse el mismo color y la densidad de los puntos la que nos ofrece la sensación de volumen; en el puntillismo la zona es rellenada con puntos de diferentes colores puros. Para ambos cuadros empleó el mismo sistema, el uso de una cámara oscura o, lo que llamamos hoy día, proyector, un aparato tan sencillo como éste que permitía que la imagen real se proyectase en dos dimensiones sobre una superficie plana.
Mejor contemplar el cuadro con un cafelito en la mano...
Gracias por la lección técnica y por compartir la obra de este pintor del que siempre me ha gustado la extraordinaria nitidez de sus colores y su brillante factura a la hora de resaltar lo cotidiano..
ResponderEliminarUn abrazo.
Es cierto lo que digo, solamente me subyugan sus paisajes; los retratos no son de mi gusto aunque reconozco el valor de sus obras, claro.
EliminarDe nada. Es un placer compartir con vosotros. Abrazo y cafelito, Juan.
¡Madre mía! Lo que aprendo contigo. No soy muy Vermeeriana, pero siempre me quedo mirando sus cuadros en busca de detalles. Se descubre mucho sobre la cotidianidad en el siglo XVII.
ResponderEliminarCafé con un bombón.
Esos paisajes hechos con la cámara oculta proyectora los descubrí hace poco, siempre me llamaba la atención la vista de Delft que parecía como tomada desde un punto alto y la desproporción de las figuras humanas del primer plano.
EliminarEse bombón, venga! Nunca digo que no a uno... golosilla yo, jajajaj!
Un abrazo.
Desde luego con el café mucho mejor todo. Me ha gustado tu entrada y el cuadro de Vermeer una maravilla. Besos.
ResponderEliminarGracias, Montserrat. Me alegra que te guste la obra, es una imagen muy familiar y cotidiana, tal vez por eso me capta siempre que la veo.
EliminarUn besito.
Como me gusta esta entrada!!!
ResponderEliminarEn historia del Arte he estudiado a Vermeer, y desde ese entonces es uno de mis favoritos. El profesor me explicaba que pintaba generalmente escenas cotidianas, en interiores debido a que tenía problemas de salud, lo que le impedía tener contacto con el exterior y por lo tanto se inspiraba en los ambientes que veía a diario.
Los detalles que mencionas sobre esta pintura no los conocía por lo que me ha resultado muy interesante lo que cuentas.
Beso, Jime
Gracias, Jime. El conocer al autor y su entorno es más importante a veces que su propia obra. Cuando le ubicamos en el espacio y el tiempo, la política o la sociedad de su épca, los conflictos internacionales o internos, nos damos cuenta de que su obra refleja sus transtornos. Sentir curiosidad por el conocimiento es un don, amiga.
EliminarUn besito.