En la cabina del maquinista comenzó el aviso sonoro y luminoso del panel de mandos al pasar el tiempo marcado sin que el responsable pisara el pedal del hombre muerto.* Pasados dos minutos de luces y sonidos de alerta, el tren se detuvo por completo y de forma tan brusca que la mayoría de los pasajeros salieron despedidos al inicio de cada vagón. Doloridos y asustados, algunos se levantaron como pudieron; otros gritaban de dolor y unos pocos habían perdido el conocimiento.
Atascada la puerta de la cabina nadie pudo entrar hasta que llegó el vehículo de emergencias. Abrieron las puertas de los vagones con un artilugio específico y quienes podían por su propio pie salieron del tren.
Adelantándose rápidamente por los pasillos de los vagones y justo en el momento en el que iban a proceder a la apertura de la puerta, ésta se abrió lentamente.
El maquinista abrochaba el cinturón de sus pantalones con una satisfecha sonrisa, mientras la morena de ojos pardos se recolocaba el pelo coquetamente.
* El pedal del hombre muerto se emplea en las cabinas del tren como señal de alarma. El operario responsable debe pulsarlo cada cierto tiempo avisando de que todo va bien. Si no se pulsa se activan sonidos y luces; si nada sucede, el tren se para considerando que algo muy grave le sucede al maquinista.
Cafelito para todos...
Creo que sé lo que es el pedal del hombre muerte. Ha habido noticias desagradables que lo han hecho saber.
ResponderEliminarPero vamos al tema. Es muy sugestivo, aunque los pasajeros no piensen lo mismo. Tal vez alguno tenga envidia.
Y tiene que ver con los trenes, así que lo lograste. El relato cierra perfectamente.
Gracias. Pienso que muchos accidentes han ocurrido por ignorancia de las normas; porque cualquier otro asunto era de más importancia para el conductor... Este relato es un poco irónico y no pretende lastimar a nadie que haya sido víctima de una negligencia.
EliminarUn abrazo, Sr. Demiurgo.
No pisó el pedal del hombre muerto porque estaba pisando el pedal del hombre follando. Comprendo al maquinista.
ResponderEliminarLa ilustración también es buenísima, como la morena de ojos pardos...
Muy responsable el señor conductor... Un ojo pardo pudo conducirle a un gran desastre...
EliminarA muchos les apasiona demasiado el tren. Le va a costar caro el polvo pero quizá mereció la pena.
ResponderEliminarUn beso y acepto el cafelito.
Puede que de momento le mereciese la pena, pero si después se le aplicase el castigo que merece... seguro que el regusto se le ponía agrio. Ojalá, no? Nomcreo que los pasajeros le deseasen lo mejor :)))
EliminarBesito y cafelito, compañera.
RETEFULLL RELATO. JEJEJEJEEJE.
ResponderEliminarBESOS
Gracias, ReltiH.
EliminarHistoria de agridulce final...
Un besito.
Una situación engorrosa, al menos en el momento de ser descubierta, para el conductor, quien posiblemente no lo notó así ya que los ojos le brillarían por su hazaña, lo que no quita, que quede en evidencia, que anda cada descocado manejando lo que no debe -al menos, sin conciencia de los peligros que pueden llegar a causar por poner la cabeza (con perdón del doble sentido) donde no se debe (o al menos no era el momento para ello).
ResponderEliminarTu relato no deja de tener su cuota realista.
Besos y cafelito para continuar el viaje!
Gaby*
Sí, ese era el tema, que ni siquiera la responsabilidad le detuvo ni le robó su instante de placer. Seguro que no me he ido muy lejos de la realidad...
EliminarUn beso y tu cafelito con cariño, compi.
Un caso flagrante demostrativo de que antes es la devoción que la obligación. La viñeta es genial. Saltos y brincos
ResponderEliminarNo sé qué pensarán los maltratados pasajeros de su devoción cuando corra el rumor...
EliminarGracias por venir, muchacha saltarina :)))
Beso.
Vamos sino lo he entendido mal, al maquinista le dieron un buen repaso en el badajo. Che que gente más gorrina, "pá vernos matao". Por cierto creo que en el Metro de Madrid, dos noches seguidas han descarrilado vagones, aunque afortunadamente de poca importancia, y no pasó nada, Como era de madrugada, seguro que el maquinista tenía la cabeza clavada en alguna clochina. "Marrano, son marrano".
ResponderEliminarBesos Censu, y cafelet cada vez menos que me jodo el estómago.
Pues no creo que andes desencaminado, vete tú a saber, los hay de gorrindongos irresponsables...
EliminarNada, pues te dejo una horchata o un poleo con magdalenas de naranja. Beset, company. Bon cap de setmana.
Vaya con el maquinista, le iba la marcha; pero eso de utilizar el tren para estos menesteres, un poco fuerte ¿no? aunque hay gente para todo.
ResponderEliminarMuy original tu relato
Un abrazo
Lo que deberían hacer los pasajeros es darle una tunda para que se lo piense la próxima vez...
EliminarGracias.
Un par de abrazos.
La viñeta es de las mejores quje he visto en mucho tiempo.
ResponderEliminarMuchas gracias, me resultó simpática cuando la vi.
EliminarA lo que ocurrió entre el maquinista y la coqueta morena, en Francia se le llama la pequeña muerte.
ResponderEliminar!Pues eso!
Un abrazo.
La pequeña muerte la que vieron de cerca los pasajeros del tres después de la frenada en seco...
EliminarUn abrazo, Juan. Buen finde.
La imagen es magnífica y el relato también. Merecía la pena.
ResponderEliminarUn abrazo.
Antonio! Cuántos días sin verte, amigo. Gracias por venir y por tus palabras.
EliminarUn abrazo y tu cafelito.
Ir conduciendo un tren y estar de ilusiones con una morena, es un binomio que no encaja bien.
ResponderEliminarBonita imagen.
Abrazos.
Seguro que no encaja más que en las mentes irresponsables... ¿Quieres decir que no habrá sucedido nunca en la realidad?
EliminarLa imagen es simpática.
Un abrazo, compañero.
Que desastre ha provocado con su egoísmo de no ver más allá de él mismo y su placer. Habiendo tantos lugares y tantos momentos, poner en riesgo la vida de tantas personas me parece detestable.
ResponderEliminarUn relato que da impotencia.
Un beso.
Hasta yo misma me irritaba cuando escribía, esa sonrisa de satisfacción después del frenazo como si nada le importara me sacó de mis casillas. Ya ves tú, yo misma me enfado con loq ue me viene a la cabeza... de atar, amiga, me estoy volviendo de atar...
EliminarLa impotencia es una sensación terrible.
Un besito y tu café con leche condensada.
Has pasado de la historia, a las historias de todos los días. Original relato.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias, Fabián. No se me dan muy bien los relatos de ficción.
EliminarUn abrazo.
Seguro que era el capitán del crucero Costa Concordia, que ahora se ha colocado como maquinista, jaja.
ResponderEliminarMe encantó el chiste que pusiste como imagen.
Besos para todos.
Total, ya estamos acostumbrados a que de un cargo pasen al otro... ¿Cómo era aquello de, "usted sabe ir en bicicleta? pues ministro de transporte!!!" Jajajaja
EliminarUn abrazo familiar.
Una historia divertida porque espero que no ocurra en la realidad, menuda irresponsabilidad!!aunque en este mundo uno ya no se asombra de casi nada.
ResponderEliminarEl chiste es genial
Un beso
Pues mientras me la inventaba pensaba yo que seguro que ha pasado algo similar más de una vez... Tampoco me asombraría.
EliminarGracias por venir, compi! Beso.
Siempre lo he dicho, si te van a echar del trabajo, que sea por una buena razón. Ahora, si la buena razón es pelirroja, rubia o morena, es lo de menos...
ResponderEliminarHombre, es que esa buena razón le duró bien poco, si fuera por un desfalco de varios millones de euros y no le pillan... :))
EliminarEste va a la calle seguro, pero con la sonrisilla tonta dibujada en su cara. Bueno al menos no hubo lamentaciones.
ResponderEliminarMe he divertido con tu texto, genial.
Un abrazo
Gracias, Chelo. No es lo mio esto de los relatos... soy una patata, jajajaa!
EliminarEres muy bondadosa conmigo...
Un besito.