Desde que los textos aparecen por escrito, sea cual sea el lenguaje o los símbolos empleados y la civilización, hay referencias sobre zapatos.
Los egipcios los vinculaban con la elegancia y tenían cierto valor sagrado. En los textos de la época de las pirámides, Imperio Antiguo entre el 2700 y el 2200 adne, parece que los muertos deseaban, para llegar hasta la divinidad unas sandalias blancas. Los carniceros egipcios los usaban de tacón alto para evitar pisar la sangre...
Los romanos y las romanas ponían cartitas de amor entre la sandalia y el pie del enamorado; en la Edad media las autoridades impusieron, de forma legal, lo largo de la punta para determinar la clase social
Un pie de largo para los burgueses, es decir, unos 30 cm; y dos pies para los nobles, o sea, casi 60 cm .
Unas 6 pulgadas para los plebeyos, es decir, 14 cm más o menos; 18 pulgadas para los caballeros, unos 23 cm.y 30 pulgadas para los príncipes ¡¡¡Casi 75 cm!!!
Ya en el siglo XV se pusieron de moda los zapatos llamados de "morro de vaca", de punta muy ancha porque seguían la inspiración de los que usaba Carlos VIII Valois "el feo", que tenía seis dedos en los pies. En realidad su cabeza se movía sin control, "sus piernas y sus brazos eran tan desproporcionados que más parecía un monstruo que una persona" y le hacían caminar como un pingüino... ahora bien, su mirada era honesta, digna y vigorosa... Ya que me meto con él, os cuento que se murió porque jugando a la pelota se golpeó la cabeza en el dintel de una puerta bajita. Otros dicen que pisó una caca y resbaló, y otros que le envenenaron...
Más adelante, ya en el siglo XVI, se pusieron de moda los chapines o chopines, como sandalias de plataforma sin talones que podían medir hasta medio metro de altura. En ese caso, las ricachonas llevaban a dos mozos que las sujetaban por ambos costados. El castizo obispo de Talavera dijo que las mujeres que los usaban eran disolutas y depravadas, así que prohibió su uso entre las decentes.
Sin embargo, como se le pusieron chapines a una imagen de María Magdalena en una procesión: Para dignificarlos, comenzaron a usarlos también las abadesas. En el convento de la Trinidad de Valencia, cuentan que a la clarisa Sor Isabel de Villena se le apareció el Arcángel San Miguel para mostrarle seis pares de chapines que ella, cristianamente lució: unos de plata y otros de oro ricamente trabajados, otros de brocado en verde, azul, blanco o terciopelo rojo bordado. El santo le propició con cada par un comentario teológico en extremo edificante y oportuno...
Por último, ojo con lo que calzáis, porque como dijo Quevedo...
Y por ponerse chapines
alzacuello y verdugado,
sin saber lo que se hacía
dió á su marido la mano.
Cafelito para todos... feliz semana, amigos.
He visto champaña en un zapato pero nunca café, entre la foto y todo lo que cuentas me he enterado de un montón de cosas que ahora tengo que procesar.
ResponderEliminarSoy muy zapatera mi madre lo era y mis hijas también, ahora estamos educando a las nietas.
Abrazos sin calzador
Pues yo nada zapatera. Pasan los años y me duran más que las pilas del conejo...
EliminarAh, eso sí, planos y deportivos, jajajaj!
Un beso con cordones de lux.
Doña Censu...a tus pies. ¡Excelene artículo! El asunto de los zapatos ha sido muy poco tratado y tu información es riquísima en detalles, me encantóooooooo! Chassss Graciassss guapísima por este aporte! Besazo con cafelito (sin zapato) ;)
ResponderEliminarYo misma buscando unos datos me quedé embelesada con todo lo que no sabía. No recuerdo bien la página -eso me pasa por confiar en la memoria- en que se habla de todos los tipos de zapatos que aparecen en la obra de Cervantes. Era preciosa.
EliminarMuchas gracias, eres muy amable.
Cafelito con calcetín :))
Supongo que desde esa costumbre romana se habrán inventado las cartas perfumadas...
ResponderEliminarCon aroma a roquefort... a camembert...
EliminarCafelito, compi.
Acabo de pasar de puntillas... y descalza..... claro con tanto zapato que nos has mostrado no se con cual quedarme. Besos guapísima.
ResponderEliminarPues yo me quedo con las blancas sandalias de Egipto... las de tacones o punteras, como que no!
EliminarUn abarzo bien gordo. Gracias por venir.
Un ameno blog en general y una curiosa entrada en particular.
ResponderEliminarHablando de blogs, tan buenos como este, y de zapatos, recuerdo aquello de José Narosky: "Todos caminaron. Pero pocos dejaron huellas..."
Bienvenido a tu casa. El café está siempre en la mesa.
EliminarMuchas gracias por venir y por tus palabras. Te devuelvo la visita en breve.
Donde se pongas unas buenas albarcas viejas que se quite cualquier otro zapato.
ResponderEliminarBesos Censu.
Las alpargatas de larados las vestía yo para ir al instituto... solamente para fastidiar, claro!
EliminarUn besito, compañero.
Los zapatos también están en los cuentos, esos de "Y pasó por un zapato roto, para mañana contarles otro".
ResponderEliminarEstán los "las zapatillas de cristal de Cenicienta", "las zapatillas rotas de las princesas", "las zapatillas prodigiosas", "las zapatillas rojas", "el gato con botas", "las botas de siete leguas"...
Es verdad! La de cuentos que hay... no había caído. Un buen dato para husmear en la historia de los escritores ¿por qué daban al zapato ese protagonismo? No me tientes la curiosidad, amigo, que no tiene límites :)))
EliminarY están los dichos también: "zapatero a tus zapatos", "la alpargata no es zapato aunque le pongan taco", "saber donde aprieta el zapato", "ponerse los zapatos de otro", "meterse en zapato chino"...
EliminarLo que voy a aprender contigo ¡Suerte la mía!
EliminarMuy curioso... Buena información... Un abrazo desde Murcia.
ResponderEliminarGracias desde un poco más arriba del mapa! Cafelito.
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