Este jueves abrió un regalo anónimo...

Allí estaba la cajita, en mi buzón. Tamaño tarjeta de visita, colorada y brillante, con un lacito blanco de satén en cuatro vueltas que acababan con un pequeño rosetón. Era llamativa hasta por navidad.

¡Qué bonita! Casi me daban ganas de no abrirla, el envoltorio me encandilaba en sus reflejos mientras subía las escaleras moviéndolo con la mano.

Será un error, nadie me ha dejado nunca nada en el buzón a no ser el cartero. ¿El cartero? No, si no le conozco... ¿Quién, pues? ¿Marichu?... No, para nada, la vi ayer...

Tiro el bolso y el pan de cualquier forma en la encimera de la cocina y de pie mismo, la abro con ansiedad.

Pues sí, son tarjetas... y vienen impresas cada una con un texto diferente:

ME PILLAS SALIENDO DE CASA

HOY TENGO HORA EN LA PELUQUERÍA

LA JAQUECA ME ESTÁ MATANDO

TODAVÍA ESTOY EN EL TRABAJO

SE ME HA ROTO UNA CAÑERÍA Y ESPERO AL FONTANERO

TENGO LA CASA QUE DA PENA

ES EL FUNERAL DE UNA PRIMA EN EL PUEBLO 

HOY ME TOCA GUARDAR LA ROPA DE VERANO

ES QUE YA TENGO EL PIJAMA PUESTO

ME PILLAS CON LA SARTÉN EN EL FUEGO...

Tiruriiii-tiruraaaa-tiruriiii-tiruraaaa...

- ¿Diga?

- ...

- Ah, hola, Juan.

- ...

- No, no he llegado a casa todavía, he tenido una avería con el coche y...

- ¡¡DEMONIOS, SE ME OLVIDÓ ESA TARJETA!!

Ah, ya sé de quién es el regalo...

PARA COMPARTIR UN BUEN CAFÉ NO SON NECESARIAS LAS EXCUSAS...