Y llamaron a esta hermosa moza mejicana, Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana. Nacida en el siglo XVII, Juana es la hija más pequeña de un militar y de una mujer llamada Isabel con la que no se casó y con la que tuvo tres hijas. Luego la madre se fue con otro y siguió teniendo más hijos sin casarse tampoco. De acá para allá, Juana se enamora de los libros, casi a escondidas, hasta que pasa a formar parte de la corte del virrey número 25, el responsable del gobierno y la administración de ese país, en nombre del rey español. Se trataba de Antonio Sebastián Álvarez de Toledo y Salazar, éste:
Apoyada por Laura, la esposa del virrey, Juana aprende todo lo que puede, hasta que a orejas del confesor "virreinal", llega el rumor de que la moza no quiere casarse; lo cierto es que se sabe que se encaprichó de alguien "prohibido" y, como no le hizo ni caso, decidió meterse a monja; son muy significativas sus redondillas dedicadas a los hombres necios, leedlas si podéis.
Aunque a monja, en estas condiciones también me metería yo...
Aunque a monja, en estas condiciones también me metería yo...
Lo intentó con las carmelitas pero eran demasiado severas para su gusto, luego con las jerónimas y ahí se quedó ¿por qué? porque tenía una "celda" de dos plantas para ella sola, sirvientas, libertad para el estudio, la escritura, organizar tertulias, cartearse con científicos y recibir las visitas que quisiera; así, le llegaba mucha información, variada aunque discontinua. ¿Mola, eh?
Bueno, pues, entre sus muchas obras de variados estilos, hay parte que dedicaba a elogiar de forma exagerada a sus mecenas, reyes, reinas y divinidades mil, de forma barroca y artificiosa componía sus famosas poesías celebrativas de ingenio y artificio.
Estos poemas se caracterizaban por estar en forma acróstica y laberíntica, al igual que éste dedicado a Carlos II, el monísimo hechizado y último austria de los reyes españoles; aquél que, cuando murió, "no tenía ni una sola gota de sangre, el corazón apareció del tamaño de un
grano de pimienta, los pulmones corroídos, los intestinos putrefactos y
gangrenados, tenía un solo testículo negro como el carbón y la cabeza llena de
agua".
Abrazo...
... adornado con el regalito de Lucía...
Gracias
Curiosisima biografia, la de esta monja ilustrada...
ResponderEliminarY que decir del rey del huevo negro...
Guau
Un abrazo, amiga
Muy interesante la lección histórica de hoy, como siempre...
ResponderEliminarAbrazos.
Dices que tenía un huevo negro. Yo en mi ignorancia me pregunto porque eso no se dice... ¿como tendría el otro? Aunque vistas sus carencias tal vez fuera unitesticular. Ciertamente no debía ser muy frecuente que las mujeres accedieran a la cultura, esto añade mérito a la monja que vivía como Dios.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si complicadito nos lo puso Lucía ahora va la "señá" Censura y !toma ya! a buscar la palabra oculta, jqueeeeee!. Genial amiga.
ResponderEliminarUn abrazo.
La monjita se lo montó, como si de un obispo se tratase´y hay que reconocer que habilidosa si era con las palabras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me meto a monja, en esas condiciones cualquiera.
ResponderEliminarAmiga, siempre me sorprendes con esas historias que no vienen en libros de texto.
Besos
Instructiva vida la de la Moza Juanita, de tal palo tal astilla, alergia al casorio tenía y para leer y escribir la pata quebrada en el convento de las jerónimas, quita quita las carmelitas. Dar coba a los virreyes y sus señoras y demás jefazos de los austrias le cundió, le cuadró en finos acrósticos churriguerescos. Menudo lujazo de celda que ni un yate, pardiez.
ResponderEliminarLo bien que me lo pasado (para no variar) leyéndote y letrándome, un beso ben plantado y un cafelito al gusto mexicano.
Más que interesante, una manera distinta de encarar el tema juevero -y eso es lo que me gusta, que cada cual tiene su estilo- Por otro lado, mira la moza, qué bien le daban las letras, tener un lugar tranquilo para explayarse e lo que tanto le gustaba hacer... una envidia!
ResponderEliminarBesos y siempre un gusto pasarse por aquí!
Gaby*
Curiosa historia. Contigo siempre se aprende y la historia de esta mujer valía la pena. Yo también me hago monja de esta manera.
ResponderEliminarUn placer leerte.
Un abrazo
Esta mujer me fascina.
ResponderEliminarTú también.
Buenísima biografía.
Ojo, que el café quema.
Seeeñoooooo...que se pasa la hora del patio y del carajillo, jajajajaja...
ResponderEliminarExcelente la información que dejas, yo no tenía demasiada idea y es toda una lección que enriquece el tema propuesto para este jueves.
Carajillo con anís!!!
Y un besazo
Me encantó la historia que compartes, me fascina todo lo antiguo y en particular he aprendido sobre la creación de este tipo de escritura (como los acrósticos) y su autora Juana Inés.
ResponderEliminarUn beso:
Jime
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ResponderEliminarCelebro este jueves acróstico y tu mirada (¡qué mirada!) a la Juana Inés, con un cafecito cubano. ¡De veras! Lo preparé en tu honor, Doña Censu, faltaba más!
He disfrutado tu artículo de punta a punta (mira qué cómoda estaba la solterísima en su “celda”…) y qué decirte del epitafio de Carlitos –lo desconocía- y me ha provocado mucha risa!
Abrazo y a tu salud, guapa!
Qué genial esta historia, siempre que vengo aprendo algo. Buena decisión la de Juana, la aplaudo. Admirable mujer.
ResponderEliminarUn besote y gracias por compartir tus conocimientos.
la cultura me ha dado una cálida bienvenida en este blog : )
ResponderEliminarGENIAL!!!!
ResponderEliminarBESOS
Valla que si mola amiga ! Te curraste el tema y nos muestras una vida de monja, que a muchas les parecería tener que envidiar, si no fuera por la jaula.
ResponderEliminarGracias por tu esfuerzo al hablarnos de Historia, que a mi particularmente me fascina.
Y es que el barroco, fue el punto de salida de poemas y acrósticos que cuentan, hacían las damas de la época para soportar el aburrimiento de aquellos días. Y encandilar a quien les interesaba.
Gracias por tu generosidad al escribir.
No olvides recoger tu regalo en mi blog, recuerdo de este jueves acróstical. jajajajaj
Besos y caramelos.
Bueh, me prendo yo también Censu, por esas épocas estar en un dos pisos con sirvientes y libre para leer y escribir ¡Viva la Juana! Menos mal que ahora por poner el ojo en alguien equivocado no hay que encerrarse de lo contrario no habría gente en las calles...jajjajajjaj.
ResponderEliminarMe encantó la historia, en especial siempre tu forma de presentarla. Siempre me voy con una sonrisa de aquí y más culta. Besazo linda, mandá café.
Que Juana!!!
ResponderEliminarDamajuana de cafelito caliente para Carlitos jajaja
Besos compi, buen fin de semana.
Ahora relaciono yo el grito de: Jerónimasssssssssssss
ResponderEliminar¿o era jerónimo? Vamos, con los ojos cerraos, monja yo tambien. Y lo que digo siempre, contigo se aprende!!
Un beso
Me gustó mucho, amiga. Lo disfruté con tus conocimientos... Me hiciste recordar, en otro contexto a La Princesa de Éboli, acomodada también a sus caprichos en Pastrana. Eres genial.
ResponderEliminarOriginal e interesante historia...Cada día se aprende algo nuevo y hoy nos llegó la monja con sus acrósticos, una gozada,Verónica.
ResponderEliminarMi abrazo y mi cariño.
M.Jesús
Siempre me dejas con la boca abierta, es que eres la repera!!!. Un beso amiga
ResponderEliminarUna buena historia como siempre. Tu blog ilustrado nos cuenta cosas que deberíamos saber para escribir mejor.
ResponderEliminarUn beso.