Esta vez, en lugar de relatar sobre el mensaje en sí que pueda contener una botella, os contaré que hace 2350 años, un estudioso muy curioso por lo que veía a su alrededor, lanzó vasijas al mar para observar el comportamiento del agua y sus corrientes. No creo que Teofrasto tuviera intención de comunicarnos nada, ni que fuera, como dicen en la red repitiendo errores como papagayos sin cerebro, el precursor de los mensajes en las botellas. Pobre Teofrasto; la verdad es que en su época se creía que los peces se alimentaban de agua dulce y que por ello había agua dulce en el mar. Para poner en claro esas hipótesis y ver de dónde venía ese agua dulce, Teofrasto hizo todo ese trabajo; pero tampoco lo explica él sino Elieno en De la naturaleza de los animales, IX, 64.
Ya veis, el hombre preocupado por los peces y nosotros creyendo que fue el primero en lanzar mensajes embotellados al océano...
Espero no haberos aburrido, igual debería haber dejado el café a la entrada...
Que bueno, me encanta tu aporte por su curiosidad. Un abrazo grande
ResponderEliminarHola Verónica, una amena anécdota histórica. Según uno de mis profesores los griegos teorizaban mucho y experimentaban poco, luego los árbaesexperimentaron mucho y teorizaron poco. Está claro que Teofrasto tenía más de árabe que de griego (una excepción). Lo que gastaría en vasijas este señor... esperemos que algo descubriese.
ResponderEliminarUn saludo.
Un relato que instruye y entretiene. Aburrirnos, jamás; y lo del café, un acierto delicioso.
ResponderEliminarGracias por recuperar esta ventana de historias.
Un fuerte abrazo.
Muy interesante, Verónica. Celebro que sigas compartiendo estos datos tan interesantes. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarAburrirnos, para nada al contrario nos has dejado algo que personalmente ignoraba.
ResponderEliminarAgradecida quedo de tu entrada un abrazo y encantada de saber un poquito más.
Una interesante historia, donde Teofrasto es el precursor de los mensajes en las botellas. Ingeniosa manera de cumplir con el desafío de los jueves.
ResponderEliminarQue tengas un buen día
Saludos
Gostei de conhecer essa história,Veronica!
ResponderEliminarbeijos, tudo de bom,chica
Olá, querida amiga Verônica!
ResponderEliminarUm paradoxo que não entendemos, mas valeu a criatividade.
Tenha um final de semana abençoado!
Beijinhos fraternos
Me ha encantado tu histórico relato y además te lo agradezco que nos lo hayas contado.
ResponderEliminarEn realidad tuvieran o no las botellas de de Teofrasto, ¿Te parece poco mensaje el querer investigar nuestros mares y corrientes?
Gracias A TI y a él
A veces la genialidad nace de una persona, se expande por el mundo y ni el propio genio se explica de qué manera surgió su idea.
ResponderEliminarUn abrazo
Va de alguien que no puede resistirse a corregir el mito romántico del “primer mensaje en botella” y te suelta la verdad como quien te quita una mota de polvo de la solapa. En cuatro líneas te desmonta la leyenda urbana que circula por Pinterest y te lleva directo a la Grecia clásica: Teofrasto no era un poeta enamorado ni un náufrago desesperado; era un friki de la proto-oceanografía que tiraba ánforas al mar para ver si el agua dulce venía de algún río submarino (porque en el siglo IV a.C. se creía que los peces bebían agua dulce… y punto).Y lo mejor es el puntito de “a ver si nos enteramos de una vez” y rematado con esa broma final del café (“igual debería haber dejado el café a la entrada”) que es puro guiño de sobremesa entre amigos listos.
ResponderEliminarSaludos
Muy interesante, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarSaludos.
PATRICIA F.
Tal vez sea un método para llegar a las ideas acertadas. Poniendo a prueba las equivocadas, vereficando si es verdad lo que supone como tal.
ResponderEliminarUn abrazo.
Buena técnica. La de teofrasto probando lanzar vasijas al mar, pro también la tuya utilizando la tangente de la propuesta juevera.
ResponderEliminarAbrazos, Censura!